miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Dónde subirse a un árbol?

Un lunes con un clima buenísimo amanecí con un antojo muy específico. Por la tarde me fui directo al lugar donde está mi árbol favorito en el Retiro. ¿Saben ustedes lo delicioso que es pasearse entre las ramas hasta encontrarse en la posición precisa y exacta en la que poder abandonarse y cerrar los ojos?
Yo lo sé desde muy pequeña porque fuera de casa había un árbol de agrios capulines rojo-violetas. Cabíamos varios niños allá arriba. Recuerdo que en una mochila a veces guardaba galletas, algún suéter y hasta a mi gato para subirlos al árbol y pasar un buen rato escondida. Pero...






































¡¡¡¿Qué parte de que la gente se suba a un árbol le parece normal, señorita?!!!!
Fue la pregunta  que me hizo la policía montada.
Yo, que últimamente me tomo muy en serio todas las preguntas, me quedé pensando y le dije que en realidad me parecía muy común.
¡Bájese ahora mismo o la multaremos!¡Eso está prohibido!
Amablemente le dije al guardia que no había sido mi intención violar ninguna norma, y que previamente me había leído el reglamento sin encontrar ninguna prohibición sobre subir a los árboles.
¡Que se baje ya! Dijo impacientemente, mientras yo guardaba mi bufanda, agua y audífonos en la mochila, procurando no perder el equilibrio.


Al bajar del árbol los cuatro guardias, montados en sus cuatro caballos,  me veían con total desaprobación. Me fui hacia otra área del parque, y al voltear seguían ellos ahí, vigilándome.
Cuando los perdí finalmente de vista, encontré un buen pasto, y en las últimas horas de la tarde me quité los zapatos, me estiré perezosamente y me puse a leer un libro. Fue una bella tarde, pero desde entonces me pregunto














 ahora en una ciudad ¿dónde se puede subir a los árboles sin tener que esconderse?

1 comentario:

  1. Me pasó lo mismo que a tí. Por qué, no tiene sentido alguno. Prohibir todo.
    Saludos, me gustó mucho tu escrito.

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